Estamos acostumbrados a seguir a artistas que son tremendamente versátiles, y que pueden triunfar tanto en el mundo del cine como de la música, de la literatura o de las artes escénicas. Sin embargo, casi siempre estos artistas son más conocidos por una de sus facetas, la que antes les ha llevado a la absoluta popularidad, y que seguramente les ha servido de trampolín para acceder a las demás. Actores y músicos que publican libros solo porque las editoriales saben que son un éxito seguro, novelistas que tienen bandas musicales o que participan en cine, aun cuando no son expertos en esos medios… Es complicado encontrar hoy en día a un artista total, pero seguramente lo más cercano que exista para este término sea Dani Umpi, el rompedor e iconoclasta artista uruguayo.
Nacido en 1974, se traslada con solo 19 años a Montevideo, la capital de su país, para comenzar sus estudios en Comunicación Audiovisual, y empieza a participar en diferentes shows, tanto como poeta alternativa como showman, demostrando su gusto por el exceso, por la intensidad llevada al ridículo. Consiguió muchos premios con sus propios shows y apareció también en la televisión, así como en diarios de tirada nacional, pero Umpi siempre quiso ir más allá y desarrollar su arte en otras disciplinas. Es artista visual y también músico, pero su primera oleada de fama mainstream le llegó a través de la literatura, publicando relatos cortos y cuentos, hasta que en 2003 lanza su primera novela completa, que le convierte ya en un referente para toda una generación tanto en Argentina como en su Uruguay natal.