belle-monumento-amsterdam

Belle, un homenaje de Amsterdam a la prostitución

Publicado el 4 noviembre, 2021 por Federico López

La prostitución siempre ha sido un trabajo marginado, vilipendiado y en muchas ocasiones incluso perseguido y prohibido. Todavía hoy, en buena parte del planeta, las trabajadoras sexuales deben vivir al margen de la ley, realizando sus servicios en las sombras. No se les otorgan derechos, como al resto de trabajadores, por el simple hecho de ofrecer el sexo como servicio. Es lo único que las diferencia de un fontanero o un diseñador gráfico. Su talento es el sexo, algo con lo que todavía muchos no se sienten cómodos. El tabú sigue vigente, y el estigma de ser trabajadora sexual está más vivo que nunca, por desgracia. A pesar de que en los últimos años se estén llevando a cabo avances y sean cada vez más los que aboguen por la regulación y liberación del negocio sexual, la solución parece aún bastante lejana. Y es que la sociedad sigue viendo con  malos ojos a las mujeres que se ofrecen sexualmente por dinero.

No siempre ha sido así. En la antigüedad, muchas culturas contaban con prostitutas “oficiales”, e incluso sagradas. Mujeres que trabajaban en  los templos y entregaban sus servicios sexuales a cambio de ofrendas para su diosa. Los puertos de toda Europa se llenaron de prostitutas en la Edad Media, y muchas de ellas llegaron incluso a ganarse un nombre y  una reputación. El trabajo de amante profesional seguirá estando mal visto, pero se ha expandido por todo el mundo, incluso en lugares donde no está permitido. En las sombras, estas mujeres siguen satisfaciendo a los hombres que lo necesiten. Y siendo musas de tantos y tantos artistas a lo largo de los años, de la pintura al cine, pasando por la música. ¿Quién no conoce la mítica canción Roxanne de The Police? Sting le cantaba a una prostituta de la que supuestamente se había enamorado de forma irresistible. Un nombre que ya ha quedado marcado para siempre, ligado al sexo… aunque no es el único. La encarnación de la prostitución toma el nombre de Belle para hacerse monumento en  las calles del bullicioso barrio rojo de Ámsterdam.

johannes-vermeer

Johannes Vermeer, figura clave del arte barroco

Publicado el 18 diciembre, 2020 por Federico López

A lo largo de la Historia del Arte, han sido muchos los pintores que han dejado plasmada su visión del mundo en sus cuadros, en obras que hoy en día están colgadas en las paredes delos mejores museos del mundo. Artistas de todas las épocas han ido haciendo evolucionar el propio arte, pasando de etapas mucho más o rompedoras a las más clásicas. Una de las favoritas de los amantes del arte es el Barroco, un periodo que normalmente se encuadra en el siglo XVII, y en el que podemos encontrar a artistas con creaciones muy elaboradas, con un talento absolutamente espectacular y capaces de representar todo tipo de escenas, personajes y situaciones en cuadros que además, solían ser de grandes proporciones. En Italia tenían a Caravaggio, en España teníamos a Diego Velázquez, y en Países Bajos contaban con grandísimos artistas de la talla de Rembrandt y Vermeer.

Tal vez la figura de este último no ha sido tan popular como la de su compatriota, pero es sin duda uno de los artistas barrocos más destacados. Lo reducido de su obra, que apenas llega a los 35 cuadros, seguramente haya jugado en contra de Vermerr para hacerle más popular en el ideario colectivo. Sin embargo, su aportación al arte barroco es indudable, no solo en su propio país, sino siendo una referencia en toda la Europa de la época. Para conocer mucho mejor la trayectoria y la obra de este pintor neerlandés, nosotros hemos querido investigar sobre su vida con la intención de demostrar que fue todo un baluarte indispensable del arte barroco tal y como lo entendemos hoy en día, ya que sin su figura seguramente nada habría sido lo mismo para este estilo, o para el arte en general.

eco-narciso

Eco y Narciso, la pintura de William Waterhouse protagonista de todo tipo de mitos y leyendas

Publicado el 3 marzo, 2020 por Federico López

Hay obras de arte que trascienden el espacio y el tiempo para convertirse en auténticas referencias ineludibles de la cultura popular. Algunas, como La Monalisa o el Gernika, son capaces de atraer por sí mismas a miles de turistas, desde todos los rincones del planeta, solo para contemplar la maestría de sus trazos. Desde Leonardo a Picasso, pasando por Munch, Bacon o Goya, los artistas han sabido expresar con sus cuadros esos sentimientos que tal vez quedaban por encima del entendimiento humano, pero que son capaces de calcar en una buena pintura. Y existen numerosos casos en los que la emoción es el punto culminante de la obra, tanto en el tema como e n lo que provoca.

Pero también han sido muchos los artistas que han tomado como inspiración los antiguos mitos y leyendas, ya fueran los propios de sus lugares de nacimiento, u otros que habían podido leer y encontrar alrededor del mundo. La mitología griega es una de las más importantes a este respecto, y hay infinidad de representaciones de sus principales dioses mitológicos. Nosotros, sin embargo, hemos querido centrar nuestra atención en una historia algo más mundana, la que tiene que ver con el mito de Narciso y Eco, una historia dolorosa y a la vez también muy aleccionadora, que el pintor prerrafaelista británico Willian Watherhouse se encargó de representar en una obra absolutamente espectacular que marcó uno de los hitos del arte a principios del siglo pasado.